martes, 27 de octubre de 2009

La Gotera (Edición # 011) art.2

La Universidad Pública, el “ESMAL” y el Capataz


Sí, el capataz al que me refiero es el señor presidente de esta res pública que es nuestro país, res pública para el mundo, no para los colombianos, pues bien sabido es que todos comen de esta carne (las multinacionales, las instituciones financieras internacionales, otros estados del mundo, los turistas, y la “gente de bien” es decir, pudiente, es decir, solvente, de “recursos”); pero el grueso de la población, que no cabe en ninguna de las anteriores denominaciones, no tiene acceso ni a las vísceras de esa res. Este país en el que causa más indignación una camiseta irreverente de la farándula latinoamericana que los falsos positivos, el robo de Agro Ingreso Seguro, los múltiples escándalos de la para política, los índices de desempleo o los atropellos cotidianos del sistema de salud, tiene por presidente a un personaje célebre, heroico, incorruptible, que permanece con el nombre en alto y resplandeciente luego de que todos los funcionarios por él mismo nombrados (directores del DAS, ministros, altos mandos militares, copartidarios de la U, Cambio radical, Colombia Democrática, entre otros) son acusados, procesados y condenados por una variedad de delitos muy nombrados en los últimos años: asociación con narcos y paras, concierto para delinquir con ellos mismos, corrupción, estafa, entre otros[1].
Definitivamente un personaje ejemplar, que no se ha dejado untar de todo este melado; mejor dicho, el presidente ha demostrado que las expresiones populares: “el que anda entre la miel… algo se le unta” o “dime con quién andas y te diré quien eres” son una completa falacia, los abuelos se equivocaron. Está demostrado que uno puede andar con paramilitares y con terratenientes sin ser uno de ellos, es más, ellos incluso pueden financiarle a uno la campaña, siempre y cuando se garantice a cambio unos cientos de hectáreas más o unas cuantas curules en el congreso, o una reunioncita en la “Casa de Nari”, para ultimar detalles.
Este mismo personaje, con su discurso incluyente y patriota, es el que “abre” las puertas de la universidad, pero no las abre al conocimiento ni a la reflexión ni al debate, eso para qué, eso es perder en productividad, eso es atrasarse en resultados empresariales, noooo, la abre a la fuerza pública, porque la fuerza pública si es eficiente y comprometida con la patria, porque nuestros héroes están en todos los rincones del territorio nacional garantizando desarrollo y crecimiento económico, entonces ¿por qué no lo van a poder hacer en los claustros universitarios?.
[1] No hay que ser un gran intelectual para tener acceso a los múltiples reportajes de las revistas cambio y semana, el diario el espectador, noticias uno o las cadenas radiales, que respaldan estas afirmaciones.
El desalojo
El viernes 16 de Octubre me encontraba con otros amigos universitarios visitando el campus de la UNAL sede Bogotá, tratando de buscar algunos textos sobre los conflictos mineros latinoamericanos (conflictos que se generan precisamente porque alguna gente atrasada y primitiva no quiere dejar que las multinacionales antes mencionadas vengan a disfrutar de las reses latinoamericanas). Pero, cual sería nuestra sorpresa al enterarnos de que la biblioteca estaba cerrada, todo estaba cerrado, solo habían cientos (¿o miles?) de estudiantes y profesores alrededor de un carro. Desde el carro se escuchó: …el lunes a partir de las 7 a.m. en el Auditorio León de Greiff. Un estudiante alegó que se garantizara que no habría acusación de secuestro. Inmediatamente la camioneta blanca de vidrios polarizados comenzó a desplazarse y el nudo de personas empezó a desatarse; sin embargo todavía había inconformes reclamándole al rector, y mientras tanto, celadores, profesores, delegados de la defensoría y brigadistas formaron una cadena de custodia alrededor del auto, protegiendo a la muchedumbre. Los madrazos y rechiflas continuaban y se incrementaron cuando notaron que el carro no se dirigía a la Plaza Che sino a la puerta de la capilla; algunos trataron de cerrarla pero la maniobra del chofer garantizó la salida del carro escoltado. Los estudiantes continuaban conversando entre ellos con indignación y preocupación, le reclamaban al rector el hecho de haber abandonado una asamblea de estudiantes, docentes y empleados en la que se discutían temas presupuestales. Nosotros, entre tanto, continuábamos adentrándonos al campo con asombro mientras la multitud se dispersaba; cuatro minutos después escuchamos dos disparos estruendosos y la nube de gas pimienta invadió el campus; corrimos, confundidos, y entendimos que lo único por hacer era buscar la salida, pero por las dos salidas que podíamos visualizar, estaban entrando una colección de jaulas negras y robocops del ESMAL; corrimos hacia la plaza Che, allí había un grupo de gaitas y tambores, nos quedamos escuchándolo, pero el tropel se fue corriendo hacia donde estábamos, caminamos hacia la salida de la calle 57 y por ahí todo parecía normal: gente jugando fútbol, durmiendo, pegándolo y hasta teniendo sexo. De pronto aparecieron motos policiales por todos lados, estudiantes desmayados, intoxicados, ambulancias…. Y lo entendimos: la universidad abría, una vez más, sus puertas a la fuerza pública, el progreso había entrado por la calle 26. El presidente había impedido que el “secuestro” del Sr. Wasserman se llevara a cabo.
Definitivamente la Universidad es pública para la fuerza pública y también para todo el que tenga dinero para pagar por su educación, el que no, lo único que hace es estorbar y entorpecer el desarrollo. A la frase de Martí “La educación debe ser impartida, desde la cuna hasta la tumba” respondemos con La Pestilencia: “desde la cuna hasta tu tumba, tienen elegido tu camino: al colegio, al ejercito, al trabajo…” Pa’ qué más? Si estas en el ejército o la policía puedes también entrar a la U, arrUmando.
Rosa Lozano

lunes, 26 de octubre de 2009

La Gotera (Edición # 011)

¿Cuánto cuesta un veto?

Según la Constitución Política de Colombia, por estas tierras del Sagrado Corazón hay libertad de expresión y por lo tanto ‘Residente’ del grupo Calle 13 tenía el derecho de ponerse la camiseta que le diera la gana y además de que en ella dijera lo que a él le diera la gana.
Ese mismo derecho lo tiene, incluso para decir bobadas si quiere, el Alcalde de Manizales, Juan Manuel Llano Uribe. Nuestra constitución, como vemos, no hace diferencia entre quienes hablan, aunque hablen mal.
Hasta acá todo muy bien, hasta chistoso. El problema comienza cuando el Alcalde decide pagar un aviso en La Patria para vetar a Calle 13. Resulta que su chistecito tiene un costo de seis millones de pesos. Como la Alcaldía de Manizales tiene un contrato de publicidad por todo el año con este periódico, es posible que tenga un importante descuento, digamos pues, que tan solo costó cuatro millones de pesos.
Cuatro millones de pesos!!! No de él, de los contribuyentes, ese dinero no le pertenece aunque se crea dueño de la ciudad y por lo tanto con capacidad de decidir quién viene y quién no, aunque nuestras leyes permitan la libre movilización.
Llano pretende salir a decir que Calle 13 insultó al país y a la ciudad cuando en realidad el ataque del músico iba contra una persona. Así que en realidad el veto no es por defender el honor de los colombianos, sino de uno en especial, al que el llama cariñosamente papá.
A Juan Manuel Llano parece no importarle no tener argumentos legales ni constitucionales para vetar a Calle 13. Toma decisiones con relación al presupuesto basado en sus prejuicios, sin tener en cuenta verdaderas necesidades de la ciudad. Uno de los fundamentos de la libertad de expresión es respetar la disidencia y las opiniones, pero el finge ignorarlo porque no le importa la ciudad ni los ciudadanos.
En este momento circula por Facebook un derecho de petición: (http://www.facebook.com/home.php?#/group.php?gid=186420446356&ref=mf) para exigirle al Alcalde que explique jurídicamente su decisión.
Por ahora le propongo a todo estudiante desocupado, con ganas de enviar un derecho de petición, tener en cuenta estas palabras de la abogada Ana Paula Castro Castro:
“Me parece que sería muy bueno pedirle al Alcalde el sustento de la contratación con La Patria, es decir, dónde está el estudio previo que fundamenta la necesidad de que se hiciera esa contratación para publicar el asunto. Tiene que existir algún fundamento para poder gastarse la plata pública en difundir ideas privadas que no tienen nada que ver con el interés general. Me parece que podría analizarse la posibilidad de una indebida contratación. Es probable que pueda prosperar algo al respecto porque ni legal ni constitucionalmente el vetar a un grupo amerita una contratación administrativa, difundir las ideas personales de un funcionario no tiene nada que ver con los objetos de contratación estatal”.